La Alameda del Banco, es una céntrica placita por la que el tiempo ha ido dejando muchas huellas, unas para bien y otras para muy mal. Una pequeña y coqueta plaza diseñada tras la desamortización, y remozada luego con preciosos edificios.
Su principal entrada por calle Larga nos enseña en su esquina un edificio art decó de Teodoro Anasagasti, construido en los años 20. Ya en la misma plaza una singular casa que hoy conocemos como edificio de Telefónica, su constructor el conocido arquitecto Francisco Hernández Rubio a finales de XIX. La hoy Biblioteca Municipal, antiguo Banco de España que da nombre popular a la plaza, también de Hernández Rubio, de principios de XX y estilo modernista. Oros edificios de diferentes estilos y alguna que otra barbaridad –que todo hay que decirlo- van componiendo el perímetro de este precioso rincón de nuestra ciudad. Así es como hoy podemos contemplar este lugar que en su día fue convento.
Esta alamedita tuvo unos coquetos jardines románticos, con abundante arboleda (abetos en sus esquinas, pequeñas palmeras y arbustos), que le daban a la plaza un carácter acogedor y fresco. También tuvo una pequeña fuente en el centro, por donde corría el agua entre pequeñas rocas, hasta que a un alcalde se le ocurrió “politizarla” con un pavoroso monumento. Su mobiliario urbano estaba en perfecta armonía con todo el entorno, bancos, fuente de beber, solería y farolas.
Hace años, el Ayuntamiento decidió remodelarla, eliminando jardines, árboles, arbustos y fuente, y abandonando la poca arboleda que quedaba a su suerte, hasta que esa suerte acabó con muchos de ellos. De aquella época tan sólo nos queda un maravilloso ficus, posiblemente sembrado a principios del siglo pasado por el gran tamaño que presenta, y alguna que otra palmera.
Pusieron en un lateral un enorme templete, desproporcionado para el pequeño espacio de la placita, y que apenas tiene utilidad, tan sólo a veces, muy pocas, la Banda Municipal de Música deja allí sonar sus preciosas notas.
De esta forma, la coqueta y romántica Alameda del Banco quedó para terrazas de bares, que tiene su ambiente, pero no justifica se siga destruyendo y abandonando. Adoquines levantados y abandonados en el parterre del gran ficus, fuente de beber destruida, alcorques de árboles talados, arboleda desaparecida y la que queda sin cuido alguno tan sólo cuando cae alguna rama, pésimo mobiliario urbano y casi destruido.
Pero si este panorama ya parece ha llegado al tope de la dejadez y el abandono, nos equivocamos. Mirad las fotos que adjuntamos: dos farolas juntas. La original y una, de “diseño”, puesta hace unos días. Es decir, nuestro Ayuntamiento, sus responsables de Infraestructura, nos van a deleitar destrozando un poco más la plaza, quitando las farolas originales y poniendo una iluminación simplona y fuera de tono.
Si en esta zona urbana no existiera alumbrado público, bien estaría poner flamantes farolas, pero si existen unas farolas, y además estas son de un estilo y mérito artístico, con proporciones muy cuidadas, con el escudo de la ciudad, con sus bases de forjado modernista, con sus luminarias de decoración exquisita, ¿POR QUÉ LAS QUITAN?.
Están deterioradas por el tiempo y el abandono de los responsables municipales, pero para eso están los responsables, para ejercer debidamente su cometido y no destruir para dar soluciones burdas. Deben tener en cuenta que la Alameda del Banco está en el recinto del casco histórico, que hay una Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía que lo protege, y que este desaguisado tiene responsabilidad. Lo advertimos y lo hacemos saber a la responsable de Cultura de nuestro Ayuntamiento. ¡ YA ESTÁ BIEN ¡
Por el bien de nuestro Patrimonio, difunde esta denuncia pública
Estas farolas son de hierro forjado y centenarias. Las regaló al Ayuntamiento las bodegas González Byass hace ya más de un siglo. Han prometido reponerlas cuando estén restauradas, pero mucho me temo, y he hablado con alguien que sabe mucho de esto, que terminarán en el jardí de cualquier arribista y advenedizo político o de algún amigo pelota de éstos, sino en la chatarrería
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