domingo, 6 de febrero de 2011

Entrevista a Pedro Pacheco en Jerez Información

Desvelado el misterio de su regreso, ha aprovechado su veteranía para una reaparición con la que ha logrado adueñarse de la escena política desde el primer momento a base de titulares y nuevos compromisos con la ciudad, y la reacción registrada en la calle no ha hecho sino hacer crecer sus expectativas.

—Acaban de conocerse los datos del desempleo en la ciudad. ¿Recuerda alguna situación parecida en el pasado?
—Jamás. Ni siquiera en la época peor del sector vitivinícola encontramos esta vergonzosa y dramática cifra del paro. Es increíble. No sé si sigue esta situación hasta cuándo va a aguantar la gente pacientemente. Los jerezanos debemos sentirnos avergonzados. Y que conste que yo ya lo advertí años atrás.
—¿Y que el Ayuntamiento tuviera problemas para pagar las nóminas?
—No. Pedro Pacheco pagaba siempre los días 24. Y además, como está tan cacareada la deuda, aquí están los datos: la deuda que yo dejé en 2003 se ha multiplicado en estos ocho años por cinco, y teniendo en cuenta que la que yo dejé fue tras 24 años de gobierno y teniendo en contra toda la artillería pesada de la Junta y del PSOE. Solo si hubieran pagado el canon de las motos, cosa que no hicieron mientras yo estuve como alcalde, habríamos terminado esos 24 años sin deuda alguna. Mi déficit consolidado en 2003, auditado por el Tribunal de Cuentas, era de 27 millones de euros, y la deuda a proveedores, incluido bancos, era de 270 millones. Ocho años después, la gestión nefasta de las dos señoras que me sucedieron han dejado la deuda de la siguiente forma: total a proveedores, 900 millones; déficit todavía no consolidado, 31 millones de euros.
—¿Qué recuerda de la primera vez que se presentó como candidato a la Alcaldía?
—Fue una cosa muy bonita. Eramos más jóvenes, salíamos de una presión importante, la de una dictadura, y acometíamos una transición política. Queríamos la ruptura, por la presión de los poderes fácticos –la iglesia y el ejército; los de ahora son los mercados y los bancos-, pero sólo conseguimos una ruptura pactada. Nos quedamos un poco frustrados, porque apostamos por lo máximo, pero al final salió ganando la reforma pactada.
—¿En qué difieren las motivaciones de entonces con respecto a las de ahora?
—Muchos me preguntarán, por qué he vuelto, ahora que podía estar tranquilo; pues no estoy tranquilo ante el deterioro de la ciudad. Me encanta Jerez y me duele lo que veo continuamente. Además tengo capacidad suficiente e ilusión para dirigir de nuevo el levantamiento que Jerez necesita. Vuelvo voluntariamente, y fíjese que a la candidata del PSOE no la quiere su partido y la de la derecha la que no quiere es ella. Resulta que de los posibles candidatos que tienen más opción, el que quiere de verdad ser alcalde soy yo. El que está dispuesto a levantar Jerez y acabar con esta lacra que es el paro, soy yo. Modestia aparte.
—Pese al tiempo alejado de la vida política, podría decirse que la sombra de Pedro Pacheco también es alargada y que ha sido casi imposible permanecer ajeno a su influencia, ¿ha vivido ese tiempo como una penitencia o ha logrado desconectar?
—No he desconectado. Cuando salí de la entidad financiera en la que he estado ha sido imposible desconectar. Por la mañana, haciendo footing, cambiando de recorrido, veía la ciudad, el deterioro... era imposible desconectar.
—¿Está cansado de que le recuerden lo de que segundas partes siempre fueron malas?
—No. Porque creo que estoy viviendo la segunda parte de un primer periodo en el que he podido divisar desde la atalaya la gran transformación que ha experimentado Jerez durante mis mandatos, la mayor de toda su historia. Ha habido un intervalo y ahora estoy dispuesto a culminar esa reforma evitando el deterioro actual. Yo creo que la madurez y la experiencia es envidiable y estar estos últimos años desde fuera me ha permitido tener otra visión de la ciudad. Por eso afronto esta nueva etapa con mucha ilusión.
—La noche de las últimas elecciones eligió las palabras “paliza” y “derrota” para referirse a sus resultados. ¿Las ha tenido presentes durante su largo periodo de meditación?
—Días después del cierre de las elecciones, me decía: empecé en el 73 en ASA, después en la Junta Democrática y no paré en 30 años. Por eso, lo primero que pensé fue que había llegado el momento de parar un poco, no tirar la toalla, pero sí echarme a un lado para seguir a la expectativa. El deterioro en estos años me ha motivado y prefiero ser útil ahora que tengo una madurez sensata y he dejado otras cosas para más adelante.
—Ha dicho que ha cambiado como de la noche al día, ¿no teme decepcionar a los que quieren al Pedro Pacheco que recuerdan como alcalde?
—No, porque los primeros 24 años que se vieron de Pedro Pacheco esto era un fórmula 1, un tren de alta velocidad, la ciudad no paró. Era como las películas de Bruce Willis, que cuando uno termina de verlas acaba agotado. Ahora la ciudad ya está hecha y la gestión no hay que encaminarla como un fórmula 1, sino con un bisturí, porque el tejido que hay que tratar es muy delicado, como el casco histórico, las barriadas periféricas. Ahora es distinto, el trabajo seguirá siendo duro pero hay que hacerlo más sosegado. Duro por la lacra del paro y a nivel administrativo porque todos los ejecutivos y funcionarios del ayuntamiento están desmotivados, fruto del acoso laboral al que han sido sometidos por parte del gobierno local.
—Pese a su don natural para brindarnos titulares, los que entran en el fondo de su discurso aprecian un cambio en su mensaje; ¿es así o sólo una reacción subliminal?
—Yo tengo las ideas muy claras de cuál es el discurso que hace falta en la ciudad. Fíjese que desde que dije que sí he estado desgranando una serie de ideas y por lo que viene apareciendo en los medios queda claro que el que está marcando el tono de la campaña soy yo, porque los demás parece que no existen… Bueno, sí existen, porque las dos que me sucedieron, causantes de este destrozo de la ciudad, están abjurando de Pacheco, pero se están engañando, porque las dos fueron alcaldesas por el pacto que hicieron con Pacheco(ríe). Y curiosamente, las dos siguen hablando de pactos, y yo no, yo no hablo de pacto ninguno. Además las dos no paran de hablar de mí y me están haciendo la campaña gratuita; por lo tanto que sigan, por favor, que sigan (ríe de nuevo).
—¿Por qué cree que tanto García Pelayo como Pilar Sánchez no apostaban por su regreso a la política?
—Están las dos descolocadas. Ya antes he recalcado que realmente quien quiere ser alcalde soy yo, porque a una, la del PSOE, el partido no la quiere de candidata, y la del PP, la de la derecha, la que no quiere es ella. Y además están todo el día hablando de mí.
—¿A quién cree de los dos partidos, PSOE o PP, que le perjudica más la presencia de su candidatura?
—A los dos. Porque las quinielas que tenían en octubre ya no existen. Ahora hay un escenario nuevo. En una competición electoral libre y democrática, las elecciones no acaban hasta el último momento en que se cierran las urnas y se hace el recuento. Hacerte un año antes unas ilusiones que no están contrastadas me parece que es caer en el ilusionismo, no en el realismo.
—¿Por qué se le está dando más veracidad a un escenario de pacto que a un escenario de victoria por mayoría, y a un escenario de pacto en el que usted tiene la llave para gobernar?
—Han dicho que si soy la bisagra, que si la llave, que si el llamador, y yo he dicho que voy a ser la puerta, abierta, por donde entre aire, aire fresco, como decía Mercé. Voy a obviar esos comentarios. Yo soy la puerta.
—¿Qué le parecen las insinuaciones sobre quién puede estar financiando a su partido?
—No las contesto siquiera. Yo hablo de ideas, de austeridad, de simplificar el organigrama, de contener los impuestos, de pactar con los sindicatos medidas serias para no tener que despedir a nadie, de cosas sensatas, como gestionar con una empresa participada entre empresarios, comerciantes y ayuntamiento el centro histórico, que está muerto. El centro histórico es el corazón de la ciudad, si el corazón no va, no va la ciudad, por tanto lo que hay que gestionar es el centro histórico, lo cual no quita que haya que atender también las infraestructuras de la periferia. Mientras, todos los demás, que hablen de mí lo que quieran. Todo el que quiera financiar la campaña del Foro Ciudadano ya hay una cuenta abierta en los bancos y las cajas, que ingresen por favor.
—¿Qué es lo que más teme del estado de las arcas municipales?
—Aquí lo peor, que ya es grave, no es que no haya nada en la caja, es que se está tirando dinero de próximos ejercicios. Nosotros los del Foro no vamos a aceptar actos y decisiones como si fuese tierra quemada. Vamos a revisar toda la gestión de este mandato, a través de las auditorías que vamos a hacer, financiera y de cada departamento. Lo que esté bien se mantendrá, lo que no, se va a rehacer y habrá que pedir responsabilidades. Vamos a tener que perder varios meses, primero en desinfectar, y luego barrer y ordenar la casa, bueno, bueno, bueno… ya sabemos lo que nos vamos a encontrar.
—¿A qué se refiere exactamente con eso de ‘tierra quemada’?
—El contrato de Urbaser, por ejemplo, eso hay que revisarlo. Y si Urbaser ha firmado, que sepa que eso se va a revisar, porque eso puede ser dañino para los intereses de la ciudad. Y adjudicaciones precipitadas, pues se van a revisar. El Gobierno nuevo no va a aceptar sin más actos y decisiones tomadas deprisa y corriendo. Entendemos que este Gobierno no va a seguir en mayo, que está estrictamente en funciones, y lo suyo es agua, luz, alumbrado y nóminas. Porque otras decisiones pueden destrozar aún más la maltratada situación económica del Ayuntamiento
—Ha reconocido que a partir del 22 de mayo habrá que tomar medidas impopulares para salir de la quiebra, ¿de qué tipo y en qué medida pueden afectar a la plantilla municipal y a los ciudadanos?
—La ciudad tiene dos grandes problemas: el paro y el ayuntamiento. Medidas impopulares, claro que tiene que haberlas, como que el Ayuntamiento tiene que revisar cuáles son las prestaciones básicas que tiene que mantener y prescindir de las voluntarias. Y eso puede producir cierto malestar. Pero después hay que revisar lo interno, cómo está la plantilla, si está bien ordenada, distribuida, si hay criterios de eficiencias en el trabajo, el coste real de los servicios… También hay que revisar la contribución urbana, por el desafase entre el valor catastral que aplica Hacienda y el valor real del mercado. Y medidas para reordenar los departamentos de acuerdo con los sindicatos, porque hay que revisar los pluses, anular las horas extra, y decirle a la plantilla que puede haber trabajo pero a lo mejor hay que ganar un poquito menos. Hay incluso que ver que hay funciones que realizan concesionarias y se pueden sustituir por funcionarios motivados.
—¿En qué basa su plan de viabilidad?
—El Plan de Viabilidad tiene que tener tres patas: una, el plan de saneamiento a corto plazo; otro el plan estratégico, que se guardó en el cajón de manera incomprensible, porque una ciudad no puede avanzar sin objetivos, sin horizonte; y el tercero el plan de viabilidad propio del Ayuntamiento, que será a medio plazo, porque un déficit de 31 millones se equilibra en un par de años, pero la deuda de 900 millones cuesta refinanciarla.
—Le han criticado mucho el modelo de ciudad, de expansión en horizontal, que usted promovió siendo alcalde, ¿en qué piensa basar ahora su modelo productivo?
—Los planes que se ejecutaron eran los que exigían los ciudadanos. Yo siempre criticaba los chaleritos, que consumen mucha agua, territorio y energía en general, pero era lo que la gente quería, y sus alegaciones al PGOU iban en ese sentido. El Plan no se podía hacer en contra ni de los promotores ni de la gente, pero a mí no me gustaba ese modelo de ciudad. Y de hecho, ahora me voy a centrar en el centro histórico, así como revisar y reparar las barriadas, las instalaciones culturales y deportivas… Además, no se van a acometer inversiones nuevas que no estén financiadas al cien por cien. Ni una. Y se acabaron los macroproyectos, aquí no hace falta ninguno.
—Entonces, de cara a las inversiones que lleguen desde fuera, ¿cuál será su postura?
—Tienen que apostar por culminar la Ciudad del Flamenco, que yo empecé, tienen que apostar por el desarrollo de los parques industriales que yo empecé a convenir, Diputación tiene que venir a apostar más por Jerez. A nosotros nos queda el sacrificio de “nosotros mismos”, otra vez. El problema de las nuevas generaciones de políticos de Jerez es que tienen un trauma, porque cuando han llegado al poder se han encontrado una ciudad consolidada, no como la que yo me encontré en el 79, que estaba todo por hacer. Pero tan bonito era hacer lo que quedaba por hacer como gestionar para que la ciudad funcione, y para eso hay que dedicarle muchas horas, no basta con hacerse fotos. La frustraciones de los concejales actuales es querer repetir y hacer de nuevo otra ciudad, eso es de locos.
—Y si gobierna, ¿qué eludiría del pasado, qué errores, para evitar perder de nuevo la confianza de la ciudadanía como le ocurrió en 2007?
—He citado una figura automovilística. Yo no iría más a velocidad de fórmula 1. Hay que ir a velocidad media y de la mano de los empresarios, de los sindicatos y de las asociaciones civiles y culturales. Los ciudadanos se tienen que comprometer más, no pueden limitarse a votar, y nosotros desde el Ayuntamiento tenemos que abrir los canales para que se comprometan. Si no hay implicación entre ciudadanos comprometidos, empresarios y sindicatos y un ayuntamiento rejuvenecido no se sale del deterioro.
—Dice la alcaldesa que están preparando una rueda de prensa para informar de todas las empresas proveedoras que han ido a la quiebra porque usted las dejó tiradas sin pagarle...
—-(Ríe) Yo sé que el PSOE va mal, pero con eso que me dice es que va peor. Qué estupidez. Hasta 2003 le pagué a todo el mundo que pude, y cuando entré en el Ayuntamiento asumí la deuda que me dejaron. Si en estos últimos ocho años han multiplicado la deuda que yo dejé por cinco, lo que espero que digan en esa rueda de prensa es en qué se han gastado el dinero.
—Ha anunciado que renunciará al sueldo por ser alcalde o concejal, ¿qué otras restricciones está dispuesto a proponer a sus concejales?
—Los concejales tendrán que saber que estamos en una economía en estado grave y que si su líder dice que no se puede tener coche oficial, que el gobierno nuevo va a ser con un organigrama simple, sin tantos concejales delegados... tendrán que asumirlo.
—Si no piensa contar con ningún ex concejal del pasado, ¿cómo va a reclutar a su lista y qué perfil se ha marcado?
—Gente joven y comprometida con la ciudad, que saben a lo que van.
—Dicen las encuestas que su fuerte está en la juventud, en los nuevos votantes, ¿a qué se debe?
—Los jóvenes no son tontos, son muy listos, saben que la ciudad tiene un problema y saben que yo puedo ser capaz de sacar a la ciudad de ese problema. Les agradezco ese apoyo e intentaré jamás defraudarles.
—También se dice que se debe a que no le han conocido de alcalde...
—No me conocieron, algunos, otros me conocen por lo que han oído de sus padres. Pero el otro día iba por el centro y me encontré con un colegio de niños de 9 o 10 años y empezaron a llamarme “Pacheco, alcalde”, ¿usted cómo se explica eso?. Pidiéndome autógrafos. Los de 18 años es porque han oído hablar de mí en sus casas, pero qué pueden saber de mí esos chavales tan pequeños; creo que debe ser el imaginario colectivo, porque no es normal eso.

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